La Villa inspira
Poncho Sánchez, ícono del jazz latino, quedó cautivado por las refinadas vasijas de cerámica, la arquitectura y el ambiente sosegado del peristilo exterior de la Villa

Poncho Sánchez
Foto: Chris Tuite
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Todo tipo de personas creativas —incluyendo Poncho Sánchez — viene a Getty para inspirarse.
En su visita al Museo Getty Villa, hace algunos años, el reconocido músico de jazz latino Poncho Sánchez subió a lo alto del anfiteatro para dar una vista panorámica. Exclamó: “¡Vaya, miren esto!”, recuerda.
Sánchez, conguero, líder de su banda y cantante de populares canciones de salsa, como Baila, baila, ganó el Grammy al mejor álbum de jazz latino en el 2000 y sus congas están exhibidas en el Museo Nacional de Historia Estadounidense del Smithsonian (en Washington D. C.).
En la Villa, Sánchez y su esposa se unieron a 25 integrantes de su numerosa familia. “Siempre hallamos una buena ocasión para crear buenos recuerdos”, dice. Su sobrina Marcia Sánchez, quien ha sido docente de la Villa por ocho años, organizó la excursión y dio a todos un recorrido privado por las antigüedades que ella muestra a los visitantes normalmente.
Ella recuerda que procuró escoger piezas relacionadas con la música, como Fragmentos del sarcófago de las musas que muestra a una de las deidades sosteniendo una lira.
“También le conté del sistema de mecenazgo que apoyaba a los artistas de la antigüedad porque es un buen ejemplo de la importancia de las artes en la historia”, recuerda Marcia.
El músico evoca que le causaron una gran impresión las bellas vasijas de cerámica griegas expuestas en la Villa. “Lo que me gusta es que alguien los elaboró con sus manos”, dice el músico. Fotografió los textos descriptivos de algunas piezas para leerlos de nuevo después y encontrar las respuestas a las preguntas que le seguían brotando. “Me pregunté si los tambores antiguos también se hacían de cerámica”, dice.

Poncho Sánchez (segundo a la izquierda) y su familia en el Museo Villa Getty.
Foto: Cordelia Sánchez
Fuera de las galerías, se fascinó con la “arquitectura impresionante” y el “precioso” peristilo exterior donde se puso al día con sus hermanos, sobrinos y cuñados, y se tomó fotos con ellos.
Tras las tres horas que duró su visita, salió resuelto a regresar pronto. Tendrá más tiempo ahora que ha reducido sus conciertos a solo dos al mes y que acaba de terminar su último álbum, En vivo at the Belly Up Tavern. De pronto, la Villa lo inspirará para ejecutar sus otros proyectos: continuar investigando sobre la historia del jazz latino, el soul y la música cubana tradicional, y escribir su autobiografía.
“La Villa te puede inspirar porque es gratificante ver cómo cada pieza de arte cuenta una historia. Regresaré con la mente y el corazón aún más abiertos”, dice.




