Getty à la mode

¿Qué estilos han quedado plasmados en las colecciones de Getty? Cinco curadoras eligen sus piezas favoritas, desde la Antigüedad hasta el siglo XVIII

A medieval illumination of lords and ladies in a hall. The women wear tall pointed princess hats.

The Marriage of Louis de Blois and Marie de France (detail) (El matrimonio de Luis de Blois y María de Francia [detalle]), hacia 1480-1483, Maestro del Froissart de Getty. Témperas de colores, pan de oro, pintura dorada y tinta sobre pergamino, 47,9 × 34,9 cm (18 7/8 × 13 3/4 in.) Museo Getty, 83.MP.150.288v

By Lyra Kilston

Jul 23, 2025

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Hay un dicho que reza: “El pasado es un país extranjero”. Esta idea resulta especialmente notoria en el arte que representa las modas de siglos pasados, muchas de las cuales nos parecen extrañas desde la óptica actual, del mismo modo que nuestras gafas de sol o calzado deportivo, sin duda, divertirán a las futuras generaciones de amantes de la moda.

Antes de que se inventara la fotografía, eran los dibujos, las pinturas, las esculturas y otros medios los que reflejaban las tendencias estilísticas de sus épocas. Por eso, pedimos a cinco curadoras del Museo Getty que nos hablaran sobre los objetos de la colección que representan costumbres, modas y valores en particular fascinantes de tiempos remotos.

Estas son las que eligieron.

La princesa y sus pinzas

A painting of a medieval woman. Her elaborate headdress has two lobes, a brocade pattern, and a veil

Portrait of Isabella of Portugal (Retrato de Isabel de Portugal), hacia 1450, taller de Rogier van der Weyden. Óleo sobre panel, 46 cm × 37,1 cm (18 1/8 × 14 5/8 in.) Museo Getty, 78.PB.3

¿Qué tienen en común el estilo de la cantante pop Chappell Roan en la entrega de los Premios Grammy 2025 y la Edad Media? ¡El hennin, por supuesto!

Quizá el público general los identifique más con princesas de fantasía, pero estos particulares tocados cónicos fueron, en su momento, una auténtica declaración de moda que se popularizó a mediados del siglo XV entre la nobleza. Este accesorio para la cabeza adoptaba diversas formas: desde corto y plano hasta alto y puntiagudo, y solía cubrirse con un fino velo. Algunas de estas variantes pueden verse en esta iluminación procedente de una crónica francesa. El hennin (tocado cónico) también podía tener dos puntas, como en el Retrato de Isabel de Portugal, duquesa de la influyente corte de Borgoña.

No se conserva ningún hennin del periodo medieval, por lo que se sabe poco sobre cómo se confeccionaban, aunque al parecer se elaboraban con tejidos livianos, quizá tensados sobre una estructura de malla metálica. A menudo se representaban con pequeños lazos enfrente, probablemente, para que quien lo llevara pudiera ajustarlo.

El hennin se colocaba sobre la parte posterior de la cabeza para resaltar una frente alta. El refrán “la moda no incomoda” se aplica a la perfección en este caso, ya que algunas mujeres incluso se depilaban la línea del cabello para dar la impresión de una frente más amplia.

—Larisa Grollemond, Departamento de Manuscritos

Una bonita caja para cosas que te embellecen

An ornate golden casket illustrated with rosewood, brass, mother-of-pearl, and gilt-bronze mounts.

Caja (Carré de toilette), hacia 1680-1690, francesa. Madera chapada en palisandro, latón, madreperla, estaño, cobre, cuerno teñido y pintado; monturas de bronce dorado, 13 x 32 x 25,7 cm (5 1/8 × 12 5/8 × 10 1/8 in.) Museo Getty, 88.DA.111

Para muchos hombres y mujeres de clase de la Europa del siglo XVII, asearse por la mañana (realizar la toilette) era un ritual elaborado. Además de las herramientas como cepillos, espejos y una palangana para lavarse, contaban con un servicio de toilette (el conjunto de objetos para usar en un tocador) que incluía recipientes opulentos de distintos tamaños como este, que forma parte de la colección de Getty.

Esta caja ornamentada (llamada carré de toilette en francés) guardaba objetos de adorno personal, como alfileres, joyas, esponjas y cosméticos, y también piezas para el cabello, como plumas, flores artificiales o cintas. En este retrato de Madame Marsollier y su hija, la niña sostiene una caja similar, lo que indica su refinada belleza y estatus.

An oil painting portrait of a woman and her daughter holding a small casket of personal items.

Madame Marsollier and Her Daughter (Madame Marsollier y su hija), 1749, Jean Marc Nattier. Óleo sobre lienzo, 146 cm × 114 cm (57 1/2 x 45 in.) Museo Metropolitano de Arte

El recipiente está hecho de madera, pero chapado con una variedad de materiales preciosos: metales como latón, estaño y cobre, y productos animales como caracolas, cuerno teñido, marfil y carey. Los herrajes de bronce dorado y el interior de palisandro demuestran que el artesano no escatimó en gastos al decorar esta caja.

En la tapa, Venus aparece reclinada en una silla en un exuberante entorno al aire libre. La rodea una sirvienta que le cepilla el cabello y tres cupidos que la ayudan a prepararse. La diosa de la belleza constituye un talismán apropiado aquí, ya que sugiere la poderosa transformación que garantizará esta caja de delicadas herramientas.

—Amanda Berman, Departamento de Escultura y Artes Decorativas

Niños con vestidos

Pastel portrait of two young brothers–one dressed in a white frock and the other in a sienna blouse with lacy collar.

Portrait of Joseph and His Brother John Gulston (Retrato de Joseph y su hermano John Gulston), 1754, Francis Cotes. Pastel sobre papel azul, montado sobre lienzo, 67 cm × 82,5 cm (26 1/2 × 32 1/2 in.) Museo Getty, 99.PC.33

Aunque hoy en día la ropa infantil está muy marcada por el género, no siempre fue así. En el siglo XVIII, las prendas infantiles no diferenciaban entre sexos; simplemente indicaban la edad. El paso de un tipo de vestimenta a otro señalaba un hito importante en la vida de niños y niñas.

El retrato del renombrado pastelista inglés Francis Cotes representa a dos hermanos Gulston, Joseph (1741-1786) y John (1750-1764). Según la costumbre de la época, John, de unos cuatro años, lleva un vestido rosa claro compuesto por un corsé rígido que se abrocha por detrás y una falda. Estas prendas, que llegan hasta los tobillos, llamadas abrigos cortos, se usaban generalmente entre los uno y seis años. Permitía que el niño se moviera libremente y facilitaba el entrenamiento para ir al baño. A diferencia de lo que sucede hoy, el rosa no se consideraba un color femenino y lo usaban tanto varones como mujeres. El hermano mayor, Joseph, está vestido como un adulto. A los 13 años, ya se ha “graduado”; ha pasado del vestido a los pantalones. Sin embargo, su jubón de seda con cortes y adornado con cuello y puños de encaje no es un atuendo común de la época, sino un Vandyke, un traje que imita la ropa de la corte del siglo XVII, tal como aparece en los retratos de Anthony van Dyck.

—Edina Adam, Departamento de Dibujos

En este milenio, las sandalias son tendencia

A slender vase with a narrow neck painted in black, white, and red depicting a young man holding a strigil as he looks longingly into the eyes of a young woman, who holds a mirror and sits on a chair.

Oil Jar with Lovers (Jarra de aceite con amantes), 420-400 a. e. c., Pintor de la Bellota de Frankfurt (griego [ático]), pintor, y Phintias (griego [ático]), alfarero. Terracota, 18,4 cm × 10,6 cm (7 1/4 × 4 3/16 in.) Museo Getty, 91.AE.10

Una pareja que comparte un tierno encuentro decora este antiguo lếkythos griego, un recipiente para aceites perfumados. El artista añadió arcilla sobre la superficie para crear accesorios detallados —posiblemente bañados en oro— que adornan a la pareja de pies a cabeza, incluso las sandalias (σάνδαλα) de la joven, que tienen gruesas suelas de madera y elaboradas correas. Dado que se conservan pocos zapatos de la antigüedad, los objetos como este recipiente ofrecen una mirada al mundo griego antiguo y su calzado de moda.

Desde el cuero teñido en colores vibrantes hasta los cierres metálicos, las sandalias antiguas eran una forma personalizable de expresión para las clases de élite. Algunas incluso tenían plataformas, que hacían que quien las usara pareciera más alto, tal vez reflejando un estatus “elevado” o simplemente siguiendo una moda divertida.

Para las jóvenes en la antigua Grecia, el calzado era una parte integral del paso de la adolescencia a la adultez. Cada novia recibía nymphiades, un calzado nupcial especial, para usar durante la procesión hacia la casa de su esposo. Afrodita, la diosa del amor, a veces se representaba atando los cordones de las sandalias de la novia para ayudarla a prepararse para el matrimonio. En este lekythos, Afrodita vuela sobre el carruaje conducido por dos erotes (dioses alados del amor y el deseo), sugiriendo que la pareja enamorada acaba de casarse o señalando que la mujer ya está casada con alguien más.

—Hana Sugioka, Departamento of Antigüedades

¡Dios mío, me encanta tu plooikraag!

an oil portrait of a man wearing a pleated frill around his neck.

Portrait of a Young Man with a Ruff (Retrato de joven con gorguera), mediados de la década de 1620, Thomas Hendricksz De Keyser. Óleo sobre cobre, 11,4 cm × 9,1 cm (4 1/2 × 3 9/16 in.) Museo Getty, 2022.176

A principios del siglo XVII en los Países Bajos, ir bien vestido significaba llevar un cuello blanco o gorguera. Su configuración brindaba mucha información sobre la edad, el estatus y las aspiraciones de quien lo usaba. A pesar de su perfil llamativo, la gorguera que aparece en esta pintura —conocida como fraise à la confusion (en francés, “gorguera desordenada”) o plooikraag (en neerlandés, “cuello plisado”)— habría sido relativamente ligera y cómoda. A diferencia de otras gorgueras, que requerían una estructura metálica para sostener los pliegues almidonados, el plooikraag se hacía con una larga pieza de lino cambric (150 cm o 60 in.) unida a un cuello suave mediante numerosos pliegues finos. Aquí, el artista Thomas Hendricksz de Keyser captura con maestría la textura del tejido semitransparente y el borde opaco cosido. La gorguera reposaba suavemente sobre el cuello del jubón y se cerraba fácilmente al frente con un cordón.

A white pleated frill.

Gorguera plisada, hacia 1615-35, fabricante desconocido. Lino y seda. Rijksmuseum, Ámsterdam. En préstamo por los herederos de H.G. Rahusen

El ciudadano retratado de Ámsterdam probablemente enviaba su gorguera solo ocasionalmente para su limpieza —quizás a Haarlem, en la costa—, donde existía una próspera industria de especialistas en blanqueo de lino. Allí lavaban el tejido desplegado; lo sumergían o hervían en lejía, potasa o incluso estiércol de vaca para eliminar los aceites, lo lavaban y enjuagaban y lo tendían al sol sobre los campos de blanqueo. Repetían estos procesos durante varios meses hasta lograr un blanco intenso. ¡De seguro, este joven tenía uno de repuesto!

—Anne Woollett, Departamento de Pinturas

La próxima vez que recorra las galerías del Getty, busque las otras tendencias de moda que se reflejan en nuestras colecciones.

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